Los militares de hoy deben quedar en silencio, procurando que se aplaque la pulsión que llevan dentro.
¡Callad vuestros corazones,
mantened echado el freno;
quede vuestra voz silente;
que no la domine el genio,
porque al militar le toca
guardarse la bilis dentro!
¡Y doblegad la cerviz
a los genios del progreso,
que miran vuestros galones
con un profundo recelo!
¡No soñéis con que la Patria
tenga que ser lo primero,
porque la Patria a los progres
les viene importando un bledo!
¡Aguantad que condecoren
a quienes se envilecieron,
y cuidaos de traidores
que vigilan al acecho!
¡A vuestra propia Ministra
ponedle cara de lelos
y olvidad que defendió
de Rubianes el desprecio
cuando se burló de España
con risas ante los medios!
¡Callad, pues, los militares,
poned vuestro orgullo a cero,
cuando os dicten lecciones
con retorcido despecho;
cuando digan: mandad firmes
capitán; y esto o aquello;
disparad a los piratas
pero que salgan ilesos...;
o antes morir que matar
como dijo aquel manchego
ministro de la Defensa
apuntado al esperpento.
No habléis de unidad de España
más bien quedad en silencio;
vuestro amor por la milicia,
dejadlo que se haga añejo
y no rechinéis los dientes
cuando percibáis desprecio
de endiosados anti patrias
que pululan por los medios.
¡Olvidad el que prestasteis
un sagrado juramento
porque a los que mandan hoy,
sagrado les suena a huero!
¡No respondáis al insulto,
aguantad los vituperios,
de los que quitan estatuas
de preclaros compañeros!
Aguantad que reinen hoy
los antónimos del íbero
que llevan su esencia llena
de relativismo expreso;
que inyectan en sociedad
bacterias que son veneno;
que aquí se casan maricas
con bendición del Gobierno
y se mata al nasciturus
dentro del seno materno...
Si Calderón de la Barca
volviera a vivir de nuevo,
¿sabéis de qué trataría
cuando escribiera sus versos?
¡Y es que la triste verdad,
aunque nos duela por dentro,
es que ahora lo que buscan
en España los gobiernos,
es hacer del militar
un mercenario en silencio!